Guasave, Sinaloa; 4 de julio de 2020 (Prensa Algodoneros).-  En la historia del beisbol mexicano han aparecido muchos bateadores muy buenos, aunque muchos de ellos no se hayan caracterizado por la espectacularidad.

En este artículo tocaremos el tema de un pelotero importado que vino con Algodoneros de Guasave en el primer lustro de los 90, que, al ganar el campeonato de bateo, entra al libro de los recuerdos de nuestro 50 aniversario.

El hombre de que hablaremos es Marquis Riley, quien contaba con una defensiva por arriba del promedio en el jardín central, y que bateaba muchos imparables.

El poder no era su fuerte, pero sus características como jugador, lo convertían en el primer bate que todo equipo desearía tener.

SU TÍTULO DE BATEO

Riley llegó a Algodoneros y pronto se ganó el respeto de la afición, ya que su capacidad para embasarse, la cual se debía a su estilo tan selectivo. Pocas veces se iba con lanzamientos malos.

Fue en la temporada 1994-95 cuando Riley se agenció el campeonato de bateo al lograr para un gran promedio de .351.

En esa campaña, fue el líder de hits del circuito al pegar 66, no bateó jonrón, dio cinco dobles, tres triples y produjo 13 carreras en 48 juegos, mismos en los que tuvo 188 veces legales al bate y cumpliendo con su labor de “led off”, anotó 32 veces.

TEMPORADA SOÑADA

Fue una temporada de ensueño para Riley, quien tuvo una carrera relativamente corta, ya ésta empezó en 1992 y finalizó en 1999.

En Ligas Menores de Estados Unidos, que fue donde pasó la mayor parte de su trayectoria, no tuvo números tan destacados como los que logró en la LMP, que, dicho sea de paso, en aquel certamen 94-95 contó con un alto nivel competitivo.

El campeón fue Naranjeros de Hermosillo, tras vencer en la gran final a Tomateros de Culiacán, al son de cuatro juegos a dos.

De ahí en adelante, Riley no volvió a tener un desempeño como el mostrado en la campaña 94-95.

SU CARRERA

Marquis, quien es nativo de Arkansas, comenzó su carrera en el beisbol profesional en el año de 1992, al ser firmado por Angelinos de California (así se llamaba el equipo. Hoy es Angelinos de Anaheim).

En la temporada 1993, un año después de su debut, con el equipo de Palm Springs (Clase A Alta), bateó para .264, al pegar 130 imparables, y lo más importante fue que recibió 90 bases, cifras que hablan de lo selectivo que era a la hora de estar en el plato.

Perenne bateador de .200, sus mejores campañas en porcentaje fueron en 1994, al batear .286 con el Vancouver, que era de Triple A. Con el mismo club en 1997 conectó para .264.

En 1988 jugó en la LMB con Rieleros de Aguascalientes, para luego regresar a Estados Unidos en el 99. Militó en Jacksonville, sucursal Doble A de Tigres de Detroit, para que bateó para .255.

Los números que dejó de por vida en ocho años de carrera en Ligas Menores fueron un .259 de promedio de bateo con apenas dos jonrones, 164 carreras producidas, 601 hits, 309 bases por bolas y 200 robos de base, en 622 juegos.

Sin duda, un primer bate natural.